Hay libros que no solo se leen, sino que se habitan en sí mismos y que a su vez no solo narran, sino que invitan a un viaje hacia la geografía más íntima del autor y su alma.
«Tránsito azul», la obra poética de Juan Martínez Iglesias, conocido como AboroJuan, es precisamente eso: una travesía luminosa y profunda por los recovecos de la memoria, la emoción y la búsqueda de un sentido a todo cuanto nos rodea.
Juan Martínez Iglesias (AboroJuan), nacido en Sevilla en 1956, es una voz con una larga trayectoria y una profunda conexión con el universo literario de su ciudad.
Su compromiso con la palabra lo ha llevado a participar en numerosas antologías de Noches del Baratillo, como Humanismo poético, Miradas sin frontera y El torso de venus, entre otras.
A lo largo de su carrera, ha publicado obras destacadas como Esfera en cuatro aristas (2013) y Sociopatías (2016). Recientemente, en 2024, ha autopublicado una tirada no venal de 45 ejemplares de Libro de familia, un emotivo compendio de poemas dedicados a su árbol genealógico. Su talento ha sido reconocido en múltiples ocasiones, destacando su condición de finalista en varios certámenes y el prestigioso premio Rafael Alberti que recibió en el III concurso de letras flamencas «La Fragua de La Isla».
Ahora, en «Tránsito azul», el poeta nos toma de la mano en un periplo que comienza en el más puro de los orígenes. El autor no teme mirar hacia atrás, hacia ese tiempo que nos define, y lo hace con una serenidad que desarma, encontrando en la nostalgia un refugio y no una carga:
«Desde el origen, detrás. O quizás junto a ella, / Se me abre la memoria / Al recuerdo entrañable de la infancia».
Pero este no es un camino exento de sombras. Con una valentía admirable, el autor da un lugar a la tristeza, no la elude, sino que la reconoce como parte de su ser, dándole un espacio y un nombre. Sus «murmullos en voz baja» son la prueba de una sinceridad poética que no toma el dolor «en vano», sino que lo integra en su relato.
La travesía de «Tránsito azul» es también un pulso constante entre el orden implacable del mundo y la confusión inherente al ser humano. En un verso que interpela directamente al lector, el poeta contrasta la serenidad de los elementos naturales con la turbulencia de nuestras almas:
«Que no tiemblen / Ni el oleaje, fruto de los vientos, / Ni las mareas, fruto de las lunas, / Ellos siguen sus rumbos / […] mientras nosotros / Vertemos confundidos nuestras aguas / Para purificarnos».
Esta poderosa dicotomía nos deja una pregunta en el aire, una reflexión que resuena con fuerza: ¿Cuál será el límite ante «tanta intercepción que nos conforma»?
Y en el centro de esta búsqueda se erige el tiempo, esa fuerza inmutable y ajena que, en palabras del autor, no se conmueve por nuestras pasiones. «Aquí, parado», el poeta se enfrenta a él, intentando descifrar su propósito, su refugio, su indiferencia ante «el desastre de la emoción». Pero la respuesta, en un giro magistral, no se encuentra en la razón, sino en la esencia de la poesía misma:
«Nadie lo sabe. / Solo el poeta / Que ha aprendido a charlar con los espejos».
«Tránsito azul» es la confirmación de que la verdadera sabiduría reside en esa conversación íntima y honesta. Con una voz que es a la vez clásica y contemporánea, Juan Martínez Iglesias nos entrega un poemario que es un mapa para entendernos, un espejo para mirar sin miedo. Es, en definitiva, un viaje imprescindible para todo aquel que busca el alma de las palabras.
En este 75.º aniversario de Noches del Baratillo, la obra de Juan Martínez Iglesias nos recuerda que la poesía, como nuestra entidad, es un puente entre el pasado y el futuro. Un lugar donde la memoria se hace presente y el arte se convierte en un legado que trasciende el tiempo.
Su «Tránsito azul» no solo nos ilumina, sino que se une a nuestra propia senda, demostrando que la poesía que nos une es, en efecto, verso, fuerza y camino.